jueves, 11 de septiembre de 2014

11 de septiembre




Tanta traición y horror durante 17 años...
41 años después, nuestros sueños y los de nuestros niños siguen intactos.

En nuestra memoria, los muertos, detenidos desaparecidos, los niños arrancados del vientre de su madre. Los torturados, presos... asesinados, degollados...

En nuestra piel, sus alegrías, sueños, su fuerza, sus esperanzas... Su vida...

Nunca más en Chile. Nunca más ...

lunes, 25 de agosto de 2014




Mientras trabajo, el sol casi primaveral lo ilumina todo en mi habitación. Ilumina las miguitas de pan coliza que los niños dejaron dispersas al desayunar.
Ilumina, ya saben, lo importante ...

Se cuelan  tantos ruidos por la ventana roída. Ruidos estructurales.
Yo cierro los ojos y me imagino que los ruidos provienen de ruido portuario. De trabajo portuario.
Aprovecho, y también imagino que a los pies de mi ventana hay plátanos, y cipreses y guindos ... Y que en un rato más, tendré tiempo y me sentaré a su sombra a leer Los Mandarinos de Simone de Beauviour , mientras bebo limonada.

martes, 19 de agosto de 2014

De lo serio que resulta el éxito ...

Hace poco más de un año una conocida  Universidad  privada, con nombre de un santo varón de Dios, cuyo dueño ardió de celos, literalmente y con gran escándalo, hace algunos años, se instaló algunas cuadras cerca de mi barrio.
Frente a la beata institución, en la esquina nororiente, para ser más precisos, se encuentra mi negocio favorito.
Abierto al público a primera hora del día. Y disponible hasta pasadas las 22:00 horas.
Allí no sólo era posible hallar mis imprescindibles malvas y cefalmines sueltas, sino que comida para gatos, empanadas, bebidas muy heladas y en algún momento inclusive un par de maquinistas de destrezas, de esas que abundan en Antofagasta, y que solían ser muy generosas con las señoras añosas que habitan este sector.
Atendido por su propio dueño, el lugar era una oda a la amabilidad del nortino.
En mi último embarazo, ya pasados los cuarenta, solía caminar hasta este almacén para recibir el saludo amable y la atención comedida de este almacenero suave y amistoso.
Y así, el mundo feliz, hasta que de sopetón a este negocio fue tocado por la vara de la oportunidad y el progreso.
Y el perfil del cliente cambió con brusquedad y sin aviso. Las diez señoras ludópatas  se transformaron en cientos de estudiantes. Muchachos jóvenes y sinceros, adictos a la cafeína, al tabaco, a las chaparritas y a la Coca Cola pululan y saturan ahora el lugar.
Y creció y creció...
Y su amabilidad ... Desapareció...

El dueño del negocio, dejó de reconocernos por nuestros nombres.
También olvidó los nombres de nuestros niños.
Se convirtió en un señor apurado y bien vestido. De apariencia sería y ceño fruncido.
Su negocio creció, el " éxito" lo tocó y la sonrisa en su rostro ya nunca más se vio ...